jueves, 28 de febrero de 2013

Ahorristas en dólares registran pérdidas y tienen mayor riesgo.

Situación: el dólar ya no es lo que era, y su caída recurrente frente al peso lo hace perder rentabilidad como inversión, por lo que no extraña que se busquen activos reales como los inmuebles.
 
El dólar ya no es el de antes, ni acá ni en el mundo. Durante mucho tiempo se lo utilizó como moneda fuerte para refugio del poder adquisitivo de los ahorros, pero en la última década comenzó a perder sus atributos para cumplir dicha misión. Solamente subsiste en ese papel por la falta de alternativas claras, situación que se agrava en el caso de Uruguay por el escaso desarrollo del mercado de capitales.
 
En nuestro mercado, la historia inflacionaria de la segunda mitad del siglo pasado llevó a la generalización del uso del dólar como instrumento de ahorro. En cuanto se generaba un excedente en el hogar, por ejemplo con el cobro del aguinaldo, se procedía a la compra de dólares, que se depositaban a plazo fijo en un banco. Mucho tiempo con este comportamiento, generó una cultura y acostumbramiento que no cambia de un día para otro como lo predicen los modelos matemáticos de conducta basados en una racionalidad extrema del individuo.
 
Las pérdidas que tuvieron los ahorristas uruguayos en dólares en los últimos años son muy grandes y no hay señales de cambio, por el contrario, cada vez hay más riesgo con menos rendimiento. Con este panorama no es de extrañar que el ahorro sea bajo (el consumo alto) y que haya sobredemanda de inmuebles como mecanismo de ahorro.
 
Para dimensionar el perjuicio que han tenido quienes invirtieron en dólares basta pensar en lo que le sucedió a un inversor que haya efectuado colocaciones a seis meses, y que las fue renovando a su término. Quien con el cobro del medio aguinaldo haya generado un pequeño ahorro en junio de 2010 se enfrentó a la posibilidad de colocar ese dinero en dólares, en pesos o en unidades indexadas (UI). Si colocó en moneda extranjera y fue renovando sus depósitos cada seis meses, hubiera obtenido a diciembre del pasado año un retorno del 1,2% en dólares. Si la decisión fueron los pesos, el retorno fue de 13,8% medido en moneda nacional y por último, si inmovilizó en UI tenía a fines del pasado año un 3% más que al inicio de las operaciones, medidos en esa unidad.
 
Los números absolutos son distintos en los tres casos, pero la comparación no es lineal, hay que expresarlos en una medida común.
Quien ahorra, lo hace para poder consumir más en el futuro, por lo que el retorno de esas colocaciones en poder de compra parece una medida adecuada. Por su definición, la UI mantiene el poder de compra (evoluciona con el IPC), por lo que en el ejemplo manejado, quien ahorró bajo esta modalidad aumentó su poder de compra un 3%.
La inflación acumulada en el período ascendió al 21,1%, por lo que cayó el poder de compra de quien ahorró en pesos (6%). Pero el que atesoró en moneda extranjera tuvo un retorno peor aún, ya que el tipo de cambio (midiendo punta a punta) cayó 8,1% en el período analizado; su poder de compra cayó un 23,2%.

 
RIESGO.
 
Esta tendencia reciente del tipo de cambio a la baja perjudica el ahorro en dicha moneda si es que luego se desea gastar en pesos uruguayos. Además de tener que soportar una rentabilidad negativa, el nivel de riesgo que soporta un inversor en dólares es muy alto. Desde inicios del 2007 se pueden contar cuatro períodos de fuertes caídas (entre el 10% y 20% de pérdida de valor) del tipo de cambio que fueron precedidos por alzas.
 
En parte esta evolución ocurre en forma paralela con lo que acontece con el dólar en relación a las restantes monedas del mundo. Estas fluctuaciones mal o bien también ocurrieron en comparación con otras monedas como el Euro, el Yen, la Libra esterlina y las monedas de los países emergentes como China y Brasil. La particularidad es que los vaivenes fueron más amplios en nuestra moneda que en el resto. Esto determina que las inversiones en dólares con el objetivo de convertirlas a pesos uruguayos fueron más riesgosas que las inversiones en dólares para convertirlas a otras monedas.
 
Para obtener una medida de este riesgo se puede comparar para períodos semestrales la variación del dólar en Uruguay con la variación del dólar contra un índice de monedas. En este último caso se consideró el índice que elabora la Reserva Federal de Estados Unidos ponderando a cada una de las monedas de los principales socios comerciales por la participación en el comercio exterior. En los dos casos hay una tendencia a la baja, pero cualquier medida estadística de las variaciones en las tasas genera resultados mayores en el peso uruguayo.
 
Unos ejemplos permiten ilustrar lo que indican las medidas estadísticas. Entre comienzos del 2007 y agosto del 2008 hay una apreciación del peso (caída del tipo de cambio) del 20% que se debe comparar con una caída de la cotización de las restantes monedas contra el dólar del 10%. Entre abril del 2009 y mayo del 2010 la caída del peso fue 19% contra 7% de las principales monedas en el mundo. Viniendo más cerca en el tiempo se tiene que entre julio del 2012 y la actualidad hay una caída del 11% en el tipo de cambio que se compara con apenas un 3% en las principales monedas.
 
El dólar en Uruguay está representando uno de los más bajos rendimientos para los ahorros. Quienes optan por dicha moneda a su vez están sometidos a fuertes fluctuaciones que pueden determinar alguna ganancia o grandes pérdidas en cuestión de meses. Dada la situación macroeconómica en Estados Unidos todo da a pensar que es una tendencia que va a persistir.
 
Por lo tanto, no es de extrañar que por ahora se busque refugio en inversiones reales como las inmobiliarias pero muchos ahorristas de pequeño porte están perdiendo poder adquisitivo.
         


         
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