Cansados de perder contra la inflación o por la caída del dólar, los tenedores de depósitos bancarios empiezan a buscar rendimiento
A pesar de la incertidumbre de los mercados financieros internacionales, en el último año se inició un proceso de cambio en la conducta de los uruguayos en cuanto a la tenencia de dinero. La modificación es provocada por el intento por lograr mayor rendimiento de los ahorros y nace de la fuerte pérdida de poder adquisitivo que tuvieron los activos financieros elegidos por los uruguayos en el último año. También se vincula a este tema el tiempo prudencial que ha pasado desde que la fuerte corrida bancaria del 2002 destruyera la confianza en las colocaciones bancarias a plazo. Una década después, se observa que la confianza retorna lentamente.
Dentro de las variables monetarias de la economía para el segundo trimestre del año se observa que comenzó a dar efecto la suba en la tasa de interés de política monetaria y la expansión en la cantidad de dinero empieza a atenuarse. Sin lugar a dudas esto impactará a la baja en la inflación en los próximos meses pero, con la indexación salarial actual, tendrá muy malas consecuencias para el tipo de cambio real. Al mismo tiempo, el intento por sostener la cotización del dólar ha llevado a que el BCU volviera a ser comprador de la divisa en el mercado y nuevamente acumula reservas internacionales que no necesita y se endeuda en pesos.
PÉRDIDAS. La crisis del año 2002 llevó a una preferencia muy fuerte por la liquidez en los depósitos bancarios. Es así que, en la medida que aumentó la cantidad de pesos en circulación, el destino de los mismos fue el efectivo en poder del público y los depósitos a la vista. En el Gráfico N° 1 se observa la evolución de la participación del circulante en poder del público y los depósitos a la vista y en caja de ahorros en el total del dinero utilizado para transacciones y ahorro (la definición conocida como M2). En el último trimestre se observa una fuerte caída que confirma la tendencia observada desde comienzos del año.
La tenencia de los activos más líquidos en pesos implica un sacrificio de intereses. Un depósito a la vista en pesos que se mantuvo por un año desde mediados del año pasado perdió un 8,6% de poder adquisitivo de acuerdo a la variación de precios de la canasta del IPC. Por lo tanto, la inflación se transforma en una especie de precio que pagan los ahorristas por tener el dinero en pesos corrientes para sostener la mayor liquidez posible. Efectivamente, si precisa el dinero o tiene dudas sobre la solvencia del sistema financiero lo puede sacar en forma inmediata.
Desde el punto de vista de los ahorristas, la peor situación consistió en sostener una posición líquida pero guardando dólares o depositándolos a la vista en un banco. Históricamente esta fue la forma en que se mantuvieron los ahorros en nuestro país y la cultura persiste. En el último año se observa un agravante puesto que entre mayo y junio del año pasado el Gobierno dio una señal de que el tipo de cambio se debía sostener en el nivel alto. Adicionalmente, se adoptaron medidas para llevarlo a un nivel artificialmente alto que no se llegó a sostener hasta fines de año (se anunció que debía estar en $ 21 para estar en equilibrio).
Si se compara el poder adquisitivo de los dólares depositados a la vista hace un año con el actual se concluye que, como el tipo de cambio pasó de $ 20,40 a $ 18,50, se registró una pérdida de 9,4%. Pero los pesos en dicho año perdieron capacidad de compra por el equivalente a la inflación y esto agrega una caída del 8,6% adicional. El precio por la liquidez en dólares fue del 15,8%.
Las pérdidas por las decisiones financieras son muy altas y se acumulan a las de los años anteriores. Por lo tanto, es lógico que se comiencen a observar cambios estructurales, aprovechando que el sistema bancario ha recuperado solidez. Los cambios esperados son la reducción de la dolarización de los depósitos y el aumento de las colocaciones a plazo fijo. Dentro de estas últimas las alternativas que se plantean son dos: los pesos nominales a interés y la colocación en UI.
El Gobierno fijó la tasa de interés de política monetaria en el 8% anual. Para los niveles inflacionarios actuales es una tasa negativa ya que no llega a cubrir el aumento de precios que hay en la economía. Para el futuro es ligeramente positiva, muy baja, apenas entre el 1% y el 2% real. Este nivel está muy cerca pero por debajo de lo que se conoce como la tasa de interés neutra porque es similar a la tendencia de crecimiento de la economía.
Lo que ofrecen los bancos en pesos no llega a compensar la inflación por lo que solo amortiguan ligeramente la pérdida de poder adquisitivo y no sufren con la baja en el tipo de cambio. El nivel promedio de las tasas de interés bancarias a un año de plazo se ubica en 5,1% luego de una leve suba reciente tal como se aprecia en el Gráfico N° 2. De todas formas, este rendimiento será negativo aún en el caso de que la inflación se ubique en el nivel previsto por los analistas (6,6%). Esto quiere decir que los intereses que se ganen con el depósito no van a ser suficientes para compensar la suba de precios que ocurrirá en el próximo año.
Bajo esta preocupación es que están creciendo los depósitos bancarios en Unidades Indexadas (UI). Esta unidad de cuenta se ajusta todos los días para reflejar la evolución que está teniendo el IPC en la economía. Por lo tanto, todo el interés que paguen será por encima de la variación de precios del período. En este momento la oferta de los bancos indica una tasa pasiva en UI del orden del 1% anual.
Las tasas están subiendo y el apetito por sostener el poder de compra y, si es posible, lograr un rendimiento es cada vez mayor de forma que se está dejando atrás el temor a los depósitos a plazo fijo. Actualmente, los depósitos a plazo fijo en pesos son solamente el 22% del total de depósitos en pesos y en los tres años antes de la crisis del 2002 se ubicaron en el 50% del total. Hay un margen para recuperar y la inflación y la caída del tipo de cambio están empujando la decisión.
MONETARIA. La base del aumento de los depósitos en pesos a plazo se encuentra en la tasa de interés pasiva que se ofrezca. Para ello, los bancos tienen que tener rentabilidad en la tasa activa a la que colocan. En este sentido, la política del BCU ha sido incrementar la tasa de interés para controlar la inflación. En junio fijó la tasa en el 8% y dada la evolución de la inflación y de las expectativas de mercado no sería de extrañar una nueva suba en la reunión del Copom de finales de septiembre.
La política monetaria de subir la tasa de interés está dando su resultado. Si se mira la evolución de la cantidad real de dinero se observa que se detuvo el crecimiento (ver Gráfico N° 3) de los agregados monetarios por la suba en la tasa de interés y por el aumento de los encajes.
Aunque en los próximos meses se estabilice la tasa de inflación y comience a bajar, no se ven perspectivas de que exista una modificación sustancial en el cambio de precios relativos vinculado al tipo de cambio real. Los precios de los bienes transables están aumentando mucho menos que los de los no transables y la relación entre ambos se encuentra hoy en el mínimo histórico desde mediados de la década de los ochenta.
La preocupación de sostener el tipo de cambio del dólar se transmite del sector privado al público. La única actitud observada hasta el momento ha sido el retorno a la compra de dólares por parte del BCU y esterilizar la cantidad de dinero emitiendo deuda en pesos. Sin embargo, las variaciones trimestrales señalan el gran esfuerzo financiero que hace el BCU pues compra dólares y paga tasas de interés en pesos por letras, recibe depósitos para sostener la tasa de política o paga por los encajes remunerados. En definitiva, se está creando un déficit parafiscal que atenta contra la situación patrimonial del BCU.
En el Gráfico N° 4 se observa la trayectoria de la emisión de letras de regulación monetaria y cómo en el último bimestre se deshizo toda la maniobra de saneamiento de la situación que se instrumentó en enero del 2010. El aumento de dólares sin una contrapartida de deuda en dólares a pagar es inconveniente porque en el actual entorno internacional puede haber problemas con varios instrumentos financieros. Al mismo tiempo, no quedan dudas que la única salida que tiene Estados Unidos a su problema de deuda pública y déficit fiscal es a través de un nivel de inflación alto por varios años y por lo tanto hay un riesgo de pérdida de poder adquisitivo.
Fuente: El País /10-08-2011
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