Los depósitos de no residentes están relativamente estables, al tiempo que los agentes optan por ahorros en moneda nacional
Las cifras divulgadas recientemente por el BCU muestran que los depósitos del sector privado en el sistema bancario ascendieron al mes de junio a US$ 16.504 millones. De ese total, US$ 13.012 millones corresponden a colocaciones en dólares y US$ 3.491 millones a depósitos en pesos (ver Gráfico Nº 1).
En la comparación interanual, los datos a junio muestran un incremento del 18%, con un mayor dinamismo en los depósitos en pesos (47%), frente a un crecimiento más moderado de las colocaciones en moneda extranjera (12%).
Los números anteriores son elocuentes en cuanto a la preferencia que mostraron los ahorristas en el último año por la moneda local. Razones no les faltaron, ya que en ese período el peso se apreció un 10%.
Pero por ese mismo motivo, las cifras anteriores pueden llamar a engaño, ya que están expresadas en dólares, lo que "infla" el incremento de los depósitos en moneda nacional. En tal sentido, si medimos directamente en pesos, vemos que en el último año los depósitos denominados en moneda nacional se incrementaron un 33%, inferior a la anterior pero de todas formas una tasa muy importante, que casi triplica a la que mostraron las colocaciones en dólares.
En el último trimestre se sucedieron una serie de cambios en materia de política económica, que pueden afectar las decisiones de inversión de los agentes. Nos referimos concretamente a la flexibilización del secreto bancario y las modificaciones en materia cambiaria. El primer aspecto podría incidir en los depósitos de los no residentes, en tanto que las modificaciones cambiarias deberían impactar en la composición del portafolio de los agentes.
NO RESIDENTES. Los depósitos de no residentes están denominados en moneda extranjera, y a junio ascendían a US$ 2.992 millones. Este valor supera en un 9% al registrado un año atrás. Pero a los efectos de este análisis, esa variación no es la relevante, ya que como mencionamos, en las últimas semanas se flexibilizó el secreto bancario y lo importante es ver cómo ello incidió en el comportamiento de los no residentes.
Entre mayo (cuando se hicieron los anuncios) y junio el saldo de esos depósitos se redujo en US$ 27 millones, lo que representa una disminución del 0,9%. Objetivamente es un descenso, pero de una magnitud tan pequeña que, por el momento, no podemos atribuirla a una reversión en el flujo. No descartamos que pueda suceder, pero por el momento los números no son concluyentes.
Pensamos más bien que, hasta el momento, el comportamiento de los no residentes responde a un tema de rentabilidad, en un contexto de apreciación cambiaria. En efecto, a febrero, cuando alcanzaron US$ 3.000 millones, se había frenado su crecimiento, permaneciendo relativamente estables desde entonces, tal cual se muestra en el Gráfico Nº 2.
DÓLAR. Si el tiempo trascurrido desde los anuncios de flexibilización del secreto bancario es muy breve para evaluar su impacto, menor aún es el que pasó entre las modificaciones en materia cambiaria como para evaluar su incidencia en la composición del portafolio de los agentes. Apenas unos días entre el salto que experimentó el tipo de cambio y el cierre de mes, que es la información que analizamos en esta nota. En tal sentido, el análisis debe realizarse teniendo en cuenta que el entorno en que se desenvolvían los ahorristas era de apreciación de la moneda.
En el Gráfico Nº 3 se observa la evolución real del saldo de los depósitos. Se ve cómo crecieron durante 2008 hasta que se desató la crisis financiera internacional, cómo se enlentecen, y en algún momento caen, al devaluarse el peso ante las turbulencias externas, y cómo vuelven a acelerarse en los últimos meses al apreciarse nuevamente la moneda.
El comportamiento futuro dependerá de las expectativas de los agentes con respecto a la devaluación e inflación. El mercado proyecta para los próximos meses un nivel del tipo de cambio similar al actual. Nosotros creemos que se dieron una serie de cambios en los fundamentos que avalan el actual nivel por lo menos hasta fin de año.
Por otro lado, un tipo de cambio más elevado impacta en los precios y la experiencia reciente muestra que el gobierno no va a dejar que la inflación se aleje mucho del rango objetivo, apelando si es necesario a medidas heterodoxas. Estos serán los elementos que evaluarán los agentes al momento de optar por la moneda en que ahorrarán.
CRÉDITO. Por su parte, el crédito al sector privado ascendió a US$ 7.378 millones a junio, lo que representa un incremento del 12% en relación a los valores registrados un año atrás. De igual forma que sucede con los depósitos, al estar expresadas las cifras en dólares, el análisis del crédito se ve distorsionado por la evolución de los precios relativos. En efecto, si discriminamos por moneda, constatamos que son los concedidos en pesos los que más crecieron en el último año (22%). Sin embargo, si vemos la evolución en su propia moneda, el saldo de los créditos en pesos aumentó un 8% en el último año, porcentaje más parecido al que mostraron los préstamos concedidos en moneda extranjera, 5%.
Los mayores aumentos se observaron en los préstamos a las familias, que en el último año (datos a mayo) se incrementaron 23% en concordancia con el mayor consumo. El crédito a las familias es también el más importante, representando el 43% del total, porcentaje que ha aumentado a lo largo del tiempo, tal cual se observa en el Gráfico Nº 4.
Esa evolución merece algunos comentarios. En primer lugar hay que señalar que tras la crisis de 2002 se incrementaron los controles sobre los créditos. En particular, se tiene en consideración el riesgo cambiario al momento de otorgar un préstamo, concediéndoselo en la moneda en la que el futuro deudor percibe sus ingresos (con los que pagará el préstamo). En tal sentido, los préstamos a las familias se conceden en moneda nacional. A nivel empresarial la realidad es distinta, y casi el 90% de los créditos bancarios son en moneda extranjera.
La apreciación del peso, y las distintas opciones que encuentran las empresas para financiarse, explican buena parte del aumento relativo de los créditos a las familias.
Pero por otro lado, su saldo está distorsionado por la reestructura del BHU, principal acreedor de las familias. Distintas medidas adoptadas a partir de mayo de 2008, incorporando créditos que estaban contabilizados como inversiones, o traspasando saldos a la ANV o los Fideicomisos de los bancos liquidados tras la crisis de 2002, dificultan el seguimiento, ya que se trató de movimientos voluminosos. Es por ello que analizaremos el desempeño del crédito en el último semestre, período en el que no se produjo ninguno de estos movimientos.
Entre noviembre del pasado año y mayo del presente los préstamos concedidos por el sector bancario al sector privado se incrementaron en el equivalente a US$ 701 millones. Eso implica un incremento anualizado del 21%, lo que habla de una aceleración del crédito en los últimos meses. Las familias lideran este proceso, al aumentar el crédito que se les concedió en pesos en casi US$ 400 millones, una tasa anualizada del 30%. El crédito a las empresas también creció, aunque a un ritmo menor. En términos absolutos se incrementó en US$ 300 millones, lo que representa una tasa anualizada del 17%.
Ante estos incrementos, la situación de la cartera bancaria en general es buena, con un ratio de deuda morosa de 0,79% para la banca privada y 1,37% para el BROU. De todas formas, el crédito al sector no financiero tiene una participación baja en las instituciones de intermediación financiera, solo llega al 29,9% del activo en la banca privada y al 29,4% en el BROU. Por lo tanto, existe un potencial de expansión del crédito en la economía. Tomando en cuenta el negocio de intermediación financiera, el crecimiento del crédito al sector no financiero es a su vez necesario para mejorar la rentabilidad de los bancos a futuro.
Fuente: El Pais/Economia/ http://www.elpais.com.uy/Suple/EconomiaYMercado/10/08/02/ecoymer_505531.asp
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