Las instituciones financieras no incentivan el ahorro y con la bonanza los uruguayos se volcaron a consumir y a endeudarse a niveles históricos.
Lo quiero y me lo llevo”, rezaba un viejo eslogan de una casa de electrodomésticos. Esa premisa que se hace realidad en cada momento de bonanza alcanzó su pico histórico cuando el dinamismo de la economía, la estabilidad relativa a mediano plazo, la constante mejora en los ingresos y la mayor oferta de créditos y de financiación potenciaron los hábitos de consumo de todos los niveles socioeconómicos.
El uruguayo hoy compra no solo porque puede, sino porque es más feliz al hacerlo. Según Verónica Massonnier, experta en consumo, el uruguayo dejó atrás al consumidor racional que llevaba adentro para transformarse en un consumidor permisivo. Si tiene el dinero, ¿por qué no comprar ese LCD de 42 pulgadas? ¿Para qué ahorrar? Hay más tentaciones para gastar el dinero que para guardarlo.
“Hoy hay un desincentivo del ahorro”, dijo el analista bancario Nelson Chicurel. Las bajas tasas de interés no atraen como lo hace el descuento del IVA. Solo el Banco Hipotecario del Uruguay (BHU) nada contra la corriente y su presidente, Jorge Polgar, recuerda que el ahorro es la base de la fortuna. “Es un grito en solitario”, admitió.
Expertos manifestaron que el sistema financiero debe ofrecer mecanismos para que valga la pena apartar unos pesitos para, primero, controlar el endeudamiento de las familias y, luego, tener reservas para cuando baje la efervescencia económica. Para el contador Bruno Gili, socio de CPA Ferrere, “Uruguay no tiene un ahorro sobre su PBI que sea todo lo deseable que un país puede querer”.
Consumo frenético.
El 40% de los hogares uruguayos no posee capacidad de ahorro, según un estudio de CPA Ferrere. Más específicamente, el quintil más pobre de la población consume 11% por encima de sus ingresos, mientras que el segundo quintil más pobre gasta casi toda su entrada de dinero. Recién los hogares pertenecientes al tercer quintil son capaces de tener un nivel de ahorro positivo aunque moderado: alrededor del 4% de su ingreso. El quintil más rico logra ahorrar el 20% de sus ingresos. En total, el ahorro promedio por hogar para Uruguay es de $ 1.635 mensuales.
A juicio de Gili, el uruguayo, aun pudiendo ahorrar por haber visto mejorado su ingreso –el Índice Medio de Salarios acumuló una suba de 11,21% en los últimos 12 meses– decide consumir para mejorar su estándar de vida luego de varios años de postergaciones. “La gente no está pidiendo préstamos hipotecarios y comprando masivamente casas por encima de su valor. No es Estados Unidos. Lo que está logrando es ponerse al día con bienes que son del siglo XXI”, manifestó. En tanto, Chicurel agregó que la capacidad de ahorrar sigue siendo muy baja porque la inflación y el consumismo se llevan los billetes. “Hasta tiene que financiarse para seguir el nivel de vida”, comentó.
Los uruguayos consumieron el año pasado bienes y servicios por US$ 8.500 per cápita. Durante 2010, el consumo del sector privado aumentó 11,4% en términos reales, por encima del alza en el precio de los bienes y servicios que componen la canasta de consumo, y por encima de la totalidad de la economía que avanzó a una tasa de 8,5%.
Con todo, el economista Julio de Brun, director ejecutivo de la Asociación de Bancos Privados del Uruguay, no percibe que el uruguayo sea excesivamente gastador ni muy ahorrativo, sino que elige comprar bienes de consumo duraderos: la vivienda, el automóvil, o los electrodomésticos –algo que aprendió con sangre en las crisis económicas–, en vez de hacerlo en una cuenta bancaria, o en bonos, o acciones de empresas. “No lo veo como un gasto de consumo sino como inversión a nivel familiar”, señaló. Y añadió: “La mayor parte del boom de la construcción se está dando sin financiamiento bancario, lo cual está diciendo que se está financiando de forma directa con la inversión de la familia”.
Para Chicurel, la clave está en que el uruguayo ahorra solo si tiene una “ganancia inmediata” y, al gastar el dinero, no puede ser considerado un “ahorro real” aunque le hayan descontado el IVA, un 10% de descuento extra, y lo pague en 12 cuotas. Al revés, está endeudado.
“El uruguayo medio nunca estuvo tan endeudado como hoy”, dijo Chicurel. Desde un punto de vista técnico, tiene deudas impagas por más que tenga capacidad para no atrasarse con las cuotas. De Brun entendió que el endeudamiento de las familias va a seguir creciendo antes de que se enciendan luces de alerta. “Todavía no alcanza niveles dramáticos ni mucho menos”, afirmó.
Nada a cambio.
Desde que se dejó atrás la crisis de 2002, los depósitos han subido de forma casi constante, aunque muy por debajo del gasto en consumo (27,9%) e inversión y con promedios bajos. Para Fernando Oliva, experto en bancos de Deloitte, el esfuerzo de las entidades financieras se focalizó en el mercado crediticio y en la expansión de los servicios.
A abril de 2011, los uruguayos poseían ahorros por US$ 31.337 millones y 1.544.968 cuentas, pero casi 1,2 millones de estas guardaban menos de US$ 5.000. El promedio de las últimas fue de US$ 615. Casi la mitad del dinero estaba preservado en los bancos de plaza. Per cápita, esto significaba un ahorro de US$ 9.336. Durante el último año, los ahorros aumentaron en su conjunto en US$ 2.937 millones, es decir, 10,3% respecto al año anterior. “No se puede decir que haya un recelo o un temor de los uruguayos en la colocación de dinero en el sistema bancario”, comentó De Brun.
Los especialistas consultados por El Observador coincidieron en que las bajas tasas de interés son el desestímulo más importante para el ahorro. Ocho de cada 10 cuentas bancarias están a la vista. En el BROU, el 75% de los depósitos es de este tipo. En los bancos privados es el 88%. Entonces, lo poco que se ahorra en el banco está colocado a plazo fijo a tasas de interés que rozan el 0%.
El sistema bancario tiene ahora un excedente de depósitos sobre créditos que sobrepasa los US$ 12.000 millones. No tiene necesidad de esforzarse por captar más dinero. Gili fue categórico: “¿Por qué te va a ofrecer pagar cuando no sabe qué hacer con la plata? No tiene demanda de créditos suficiente y el mundo no le paga nada por esa plata”. A esto se suma que en el país es casi inexistente la Bolsa de Valores como instrumento para colocación del ahorro familiar. Entonces, la pregunta del uruguayo surge obvia: ¿para qué voy a ahorrar?
Dólar malo.
“Hay que terminar con la manía del dólar”, dijo Gili. El dólar ya no es más la moneda de refugio. Con un tipo de cambio de $ 18,75 por dólar a la venta, la mejor opción es ahorrar en pesos uruguayos y hacerlo en el largo plazo. Entre julio de 2006 y abril de 2011 los precios minoristas en pesos han mostrado un aumento acumulado de 42% y el tipo de cambio una caída acumulada de 20%.
Según Gili, quedarse con los pesos es la única forma de no especular. “Vive en Uruguay, consume en Uruguay y, si mañana hay una crisis, va a gastar pesos, no dólares”, explicó. Comprar billetes verdes es, para él, una “barbaridad” a esta altura del partido, cuando la moneda nacional se presenta estable. “La gente tiene que educarse y confiar más en la moneda”, apuntó.
Para De Brun, la familia uruguaya abandonó “la estrategia” de pasar a dólares el aguinaldo. Porque, además, el dólar casi no da nada a cambio. La tasa de interés de una caja de ahorro en dólares en el BROU es un rotundo 0% (también lo es para pesos y euros), mientras que un depósito a 90 días en dólares paga 0,20% de tasa efectiva anual (al vencimiento). Chicurel fue gráfico: “El que tiene moneda extranjera se quiere suicidar”.
Los expertos consultados por El Observador coincidieron en que el ahorrista debe optar por la unidad indexada (UI) que ofrece cierta rentabilidad. Es una moneda “sana”, para el presidente del BHU. Esta unidad de valor hoy ronda los $ 2,24060 a la venta y se reajusta de acuerdo a la inflación. Un depósito a un año de hasta 100 mil UI paga 0,45% de tasa efectiva anual (al vencimiento).
No obstante, Gili recomendó no abandonarse por completo a la tentación y ser racional y, en la medida de lo posible, apartar algún dinerito para el futuro para así tener liquidez o estabilizar sus ingresos en caso de crisis. “El mundo es incierto”, dijo Gili, recordando que en cualquier momento puede haber nubarrones que tapen el sol. Porque, en caso de tormenta, esta empapa al prudente y al insensato. “No puede pasar que la gente que ahorró, tenga que pagar sobreimpuestos para subsidiar al que tomó acciones de riesgo”, agregó. Eso pasó en 2002.
Fuente: El Observador /27-06-2011
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