lunes, 28 de febrero de 2011

Ley de Sociedades Anónimas

JULIO PREVE FOLLE

Puede llamar la atención que justo en el momento en el que el gobierno quiere limitar cada vez más la propiedad de la tierra, yo plantee rever la ley 18.092 que algunos legisladores oficialistas al contrario proponen endurecer. Pero creo que si se abordara el tema sin apriorismos ideológicos, mirando algunas cifras recientes, tal vez podría discutirse la derogación aunque sea parcial de esta ley, la que como otras da la impresión que constituyeron un pago al pasado, una necesidad de satisfacer algunas causas llenas de polvo pero históricas. Así parece estar ocurriendo también con la ley de educación, horroroso engendro corporativista que caerá en algún momento, o la ley de suelos, o la ley de medio ambiente, o la ley del FONASA: con más o menos estrépito, total o parcialmente, a la corta o a la larga, todas van a caer.

CIFRAS RECIENTES. En el último anuario de OPYPA se presenta información sobre la evolución del número de sociedades anónimas en el campo entre los años 2000 y 2009. Aún con la hostilidad hacia esta forma jurídica a partir del año 2005, las sociedades anónimas en el campo se duplicaron, llegando a 2.442 si se incluyen unas 250 empresas de contratistas. La sola evolución de este número debería llamar a la reflexión. En efecto, implica que un importante número de uruguayos y extranjeros encuentra confortable esta forma jurídica para desarrollar una nueva explotación, o para atraer capital a una ya existente. Es imposible saber cuántos ciudadanos componen estas dos mil quinientas sociedades anónimas, ya que las mismas incluyen miles de ahorristas de fondos de inversión, o miles de aportantes de fondos de pensión. No obstante, se trata con seguridad del interés directo de varias decenas de miles de personas. Esto no puede tirarse por la ventana, ya que es obvio que se trata de una modalidad exitosa, que estoy convencido que podría serlo mucho más. En efecto, el extraordinario incremento en el precio de la tierra, producto de las expectativas del negocio y de la seguridad que genera atesorar en tierra, demanda enormes dotaciones de capital. La única forma de mantener un bien muy caro en el activo, como la tierra, es hacerlo producir al menos de forma de igualar el costo de oportunidad que supone venderlo. Esto quiere decir que con estos valores, o se hace producir el campo intensamente en cualquiera de sus rubros, o se lo vende a otro ciudadano que lo haga. Estoy persuadido que este proceso de intensificación, con sólo algunas excepciones raras, se da en casi todos los rubros y sus combinaciones. Por ponerlo más en blanco y negro: con la hectárea a 4 mil dólares, aun con tasas de interés muy bajas, hay alternativas productivas que generan entre 200 y 400 dólares por hectárea. De esta forma, o el dueño del campo lo hace, o lo arrienda, o lo vende, pero alguien desarrollará este tipo de producción intensiva en capital, y por tanto altamente dependiente de la tecnología.

PARA MUCHOS. Para que esto sea posible y no quede reservado sólo a unas pocas empresas, es imprescindible en bien del país tener abiertas lo más posible todas las inimaginables combinaciones jurídicas de recursos, de empresarios, que la mente pueda crear: arrendamientos, aparcerías, fondos de inversión, fideicomisos, las mil combinaciones dentro de cada una de esta figuras y, por qué no, las sociedades anónimas. Yo veo todas estas combinaciones como el producto del ejercicio imposible de prever, de la libertad humana; tantos arreglos como se pueda. Pero en todo caso propongo ver a las sociedades anónimas desde un abordaje más pedestre, como lo que ya demuestran ser: una forma de captar ahorro para el desarrollo. Imagino además que ya no se sostendrá que por allí entran la droga o no sé qué otros males, ya que si esto fuera así este país se habría convertido en diez años en un antro que no es.

Pero además hay que solucionar dos problemas serios que tiene la legislación actual. Como se sabe, la ley debía exceptuar a las papeleras cuyos dueños no son ni Tito Botnia ni Cacho Ence. Por el contrario, son miles de accionistas que además transan su propiedad cada vez que se les ocurre. La ley por tanto exceptuó a las empresas que cotizan en bolsa. En definitiva y en la práctica las sociedades anónimas extranjeras están exceptuadas, como lo están también otras modalidades de gran dimensión económica como fideicomisos, fondos de pensión, en definitiva y caricaturizando un poco, las empresas extranjeras y grandes pueden ser sociedades anónimas, las nacionales pequeñas o medianas no. Todo es un absurdo derivado del tironeo entre la ideología empolvada y la realidad fáctica.

DISCRECIONALIDAD. Pero queda un segundo disparate que me molesta más. La ley exceptúa de la prohibición a las que cotizan en bolsa o aquellas que "la índole de la empresa impida que el capital accionario estuviera representado por acciones nominativas pertenecientes a personas físicas". Se pueden imaginar muchas cosas para algo tan genérico como "la índole" de la empresa. Pero el decreto reglamentario 225/007 establece que para ellas tiene que mediar un proyecto productivo aceptable en razón del agregado de valor, de la descentralización, de la incorporación de tecnología, la generación de empleo etc., todas categorías absolutamente genéricas, sin referencia cuantitativa alguna, completamente discrecionales y no mencionadas en la ley. Este es el disparate: que sin que la ley lo mencione haya que desarrollar un proyecto que el MGAP no se sabe en base a qué, aprobará o no. Esa es su interpretación sobre "la índole" de la empresa.

Siempre he sido enemigo de las acciones caso a caso, de la discrecionalidad de la administración frente al administrado. Me molesta pedir permiso para plantar, para tener una sociedad anónima o para construir. Lo verdaderamente democrático es la existencia de una norma general a cumplir, y la administración actuando sólo cuando aquel principio se viola. Pero el permiso previo de cualquier cosa, salvo excepciones, deberíamos descartarlo por poco democrático, a la vez que fuente de una corrupción que por ahora no tenemos.

En definitiva, insisto en rever la legislación sobre sociedades anónimas, dado el estado actual de desarrollo productivo y de las necesidades de capital, dejando de lado para otro momento quizás las discusiones más de fondo sobre la tierra, hoy bizantinas, dado el inmenso desarrollo hace un tiempo inimaginable de las múltiples formas de propiedad y tenencia de la misma, que han acercado a tanta gente en el mundo entero al campo desde la ciudad.

1 comentario:

  1. Fuete: El País / 28-02-2011
    http://www.elpais.com.uy/suplemento/economiaymercado/ley-de-sociedades-anonimas/ecoymer_550145_110228.html

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